En clase son 24 alumnos , 9 de los cuales son chicos,  lo que nos deja con 15 chicas. Se trata de una clase homogénea, donde ninguno de los alumnos llama especialmente la atención a la hora de trabajar, ni por encima, ni por debajo.

Son unos cuantos los que cumplen a finales de año, ya que por ejemplo, yo antes de vacaciones de navidad, viví cuatro cumpleaños; sin embargo, esta diferencia de meses no es algo que se note dentro del aula, e incluso  el desarrollo de los más pequeños no tiene que envidiar del de los mayores.

Efectivamente, el ritmo y el modo de trabajo es diferente a la hora de hablar de cada uno de los alumnos. Sin embargo los niños van desarrollándose progresivamente y adquiriendo los conocimientos necesarios y equivalentes a  sus capacidades y edades.

Son niños contentos, que desde primera hora de la  mañana te demuestran toda su energía, ya sea gritando: buenos días, o good morning, el más inspirado. Les encanta aprender, y más aun, el poder demostrar que ya lo han aprendido  y así, ayudar a sus compañeros.

Aprender a captar su atención es sencillo y más que gratificante, ya que te atienden anonadados, y deseando poder participar o ayudarte de alguna manera.

Son respetuosos unos con otros, exceptuando aquellos momentos de peleas, quejas varias, que existen en toda aula.

La sinceridad es una de las cosas que más adoro de ellos, ya que por suerte todavía no le han pillado el truco a la mentira, o a echar la culpa al otro. Siempre te van a decir la verdad, si les preguntas:"¿Fuiste tú quien pego la patada?, y es que si, la respuesta siempre será que si.

Aceptan todo lo que les dices, sin que se les borre la sonrisa de la cara: " Bueno, borramos esta vez y lo repetimos, para que así nos quede más bonito, ¿vale?" y ellos te lo repetirán todas las veces, deseando hacerlo bien.

Siempre habrá niños más trabajadores, pero al fin y al cabo todos son alumnos del mismo aula.

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